UNA COPA PARA SOÑAR
"ALEXANDRA" SOBRE EL NEVA
Unos le llaman "Aleixandre", en masculino. Otros prefieren feminizarlo regiamente como "Alexandra". Pero se llame como se llame, nos rememora un Neva dorado, como el que consiguió nuestro más famoso Duque de Osuna, arrojando su vajilla de oro al río para deslumbrar al Zar, justificándose en que sus sirvientes "no lavan platos sucios".
También podemos imaginar a los formidos remeros del Volga, acudiendo -en nuestra fantasía inagotable- en apoyo de los amotinados del acorazado "Potemkin", en un esfuerzo que haría resultado estéril en la rigidez de la Historia.
El coñac y el cacao nos transportan a las gélidas calles de un Moscú triste, grisáceo, donde viven ciudadanos desencantados que se amordazan con bufandas y amortiguan el escozor de sus sabañones junto al "samovar".
En el túnel del tiempo, la bebida nos hace viajar al San Petersburgo de antaño, donde los lacayos de don Mariano Téllez Girón, el Osuna más osado de la historia, se abrigaban con pieles de zorros codiciados por la zarina. Seguramente el noble español habría querido beber lentamente este cóctel, sentado en una de las galerías de su palacio al borde del Neva, soñando con su amor imposible, la inalcanzable Eugenia de Montijo, a punto de casarse con el tercer Bonaparte en París.
En las orillas del Neva helado, seguramente, una joven llamada Katiuska o Kalinka o Lara, espera que el río le traiga el amor de un remero o de un médico revolucionario que quizá se llame Yuri, Igor o Fiódor. Pero seguramente, sus aguas sólo traerán los bombones envenenados que escupió Rasputín. Quién sabe...
En un cuadro surrealista liberado de la esclavitud del tiempo, los sables de los cosacos danzan solos en la imaginación, el Transiberiano cruza la estepa hacia Samarcanda dejando su estela de humo de carbonilla, un samovar humea junto al fuego y una cría de zorro azul sobrevive en la nieve siberiana escondida a la codicia humana...
En esta blanca ensoñación, se puede saborear el "Alexandra", en honor a todas las zarinas que en la Historia han sido y, especialmente, a una que no se llamó Alejandra, precisamente, sino Catalina. Y se puede vivir en un instante el esplendor de L'Hermitage o del Kremlim, cuando entren por la nariz los polvos de la nuez moscada que flotan en la nevada superficie de la copa...
Y se puede soñar con cualquier mujer que se llame Alexandra mirando la nuez moscada que mancha la nieve blanca de la nata...
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ALEXANDRA
Una tercera parte de coñac, una tercera parte de cacao, una tercera parte de nata líquida y una pizca de nuez moscada recién molida.
Agitar brevemente el coñac y el cacao en la coctelera y verter en copa de champán con forma de tulipa.Verter entonces sobre la mezcla la nata líquida, lentamente y con ayuda de una cuchara para que no se hunda y quede flotando en la superficie. Espolvorear con la nuez moscada.
(Foto: perfectcocktail.net.)
Etiquetas: bebidas, cócteles, Una copa para soñar
4 comentarios:
Bonita e interesante historia la que expones de preambulo a la exquisita "Alexandra". Rico,rico. Saludos.
Hummmmm donde esta Alexandra ??
Gracias Ramon. Es uno de los cocteles que más me gustan.Un beso
Oskar, donde tu quieras que esté.Hay muchas Alejandras...Un beso
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