el fogon de meg

La cocina donde se elaboran las artes culinarias, la Historia, la medicina, los alimentos, las escuelas gastronómicas, y, por supuesto, las "fórmulas magistrales". O sea, las recetas.

jueves, 12 de noviembre de 2009

UNA COPA PARA SOÑAR





LA NEGRURA DE LA NOCHE EN UNA BOTELLA


Hay que ver Cuenca para entender esta Copa. Es tierra de piedra, de plomo y oro,de ríos de azúcar batidos por los moros que "no se quisieron ir" y donde el agua brava se niega al ninguneo de la quietud. Aguas bravas con orillas de alma humana, con paisajes que entran al corazón por unos ojos sorprendidos. Tierra de barcos de piedra anclados, colgados sus castilletes de popa sobre un mar de dorados atardeceres, primaveras amarillas, otoños ocres e inviernos de plata y estaño. Entre las piedras encantadas se hace realidad la fantasmagoría del sueño volviendo la tarde del revés en torno a una copa que llaman Rosolí...
   Mientras tanto el agua se escapa desnuda para atrapar el espíritu de los árboles desprevenidos en la ribera. En Cuenca las calles son sorprendidas en la oscuridad en esas horas vagas que acercan la noche, cuando las tormentas se rompen sobre los farallones del Júcar anunciándose con una gota -una simple gota- triste y fría sobre la piel.

Es la tierra de los pinceles negros de Goñi, de las tardes bravas de invierno que envuelven el valle en una luz corrrediza de ocasos grises, del realismo fantástico y metafórico de Raúl del Pozo o del desencanto interior que dio un punto de amargura a la vida de Jose Luis Coll. Es la tierra que pone peso y sustancia al gazpacho de los pastores, sustituyendo la sutileza líquida con que nació en el sur por la solidez del caldero y la torta ázima. Es la tierra del morteruelo de oro rojizo, de las migas ruleras hechas de penas blancas y estrellas dulces; la de las gachas de marfil cálido cocidas por el sol; la del alajú que conserva el alma de miel y almendra de los moros que, al final, se tuvieron que ir.

En Cuenca el paladar se llena de noche dulce y caliente con el "Resolí" que siempre, siempre, acaba obligando al cuerpo a transpirar una dulce tormenta de palabras tropezadas al calor de la lumbresobre un mantel de hilo trenzado o de ganchillo. En esa suave tormenta se sigue haciendo el licor medieval que nació, dicen, de una rosa enamorada del sol. Lo dicen en Cuencua los brujos del paladar cuando sopla el viento del Viernes Santo y cuando llegan los diciembres gélidos a jugar a hacer estrellas de hielo sobre  las aguas heladas del Júcar...

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RESOLÍ


   Es un licor que todavía se fabrica en familia, y al gusto de cada uno. Su fórmula básica ancestral se compone de café fuerte recien hecho, al que se añade aguardiente de orujo o anís dulce, cáscara de naranja y limón y canela en rama. Se deja macerar, al menos, tres meses y, al cabo, se cuela y se vierte en la botella en que se va a conservar. Algunos le añaden clavo y el zumo de la naranja.

Es bebida tradicional de la Semana Santa conquense, sobre todo en la madrugada del Viernes Santo para aguantar los fríos a la espera de la Procesión de la Aurora, tradicionalmente llamada "La de los Borrachos". El origen del apodo tiene  sus razones...obvias.

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