el fogon de meg

La cocina donde se elaboran las artes culinarias, la Historia, la medicina, los alimentos, las escuelas gastronómicas, y, por supuesto, las "fórmulas magistrales". O sea, las recetas.

sábado, 12 de diciembre de 2009

CURIOSIDADES DE LA HISTORIA





El último almuerzo de un anarquista




El día de las bodas del rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battemberg, familiarmente llamada Ena, estuvieron a punto de morir ambos en un atentado perpetrado por el anarquista Mateo Morral.

Cuando el cortejo nupcial subía por la calle Mayor hacia Palacio, procedente de los Jerónimos donde se había oficiado la boda, se produjo una fuerte explosión frente a la Capitanía General de Madrid a pocos metros del coche que trasladaba a los reales novios. Pero la inmensa cola del traje de novia de la reina, enrollada en el pescante interior trasero para que no se arrugase, sirvió de escudo a la metralla que no alcanzó a los reyes. Sí causó, en cambio, una gran tragedia en derredor: caballos destripados, soldados decapitados por la explosión, gente destrtrozada en las aceras... La tragedia fue de tal magnitud que los Reyes suspendieron los fastos, bailes y celebraciones y tan sólo se sirvió el almuerzo programado. La Reina entró en el comedor de Palacio con el traje de novia manchado de sangre.

La explosión la causó una bomba escondida en un gran ramo de flores que arrojó el anarquista Mateo Morral desde el cuarto piso de uno de los edificios pares de la calle Mayor, dedicado a fonda. (Hoy en los bajos de ese edificio sigue abierto uno de los mejores y más antiguos restaurantes de Madrid: Casa Ciríaco, donde se sigue cocinando la mejor gallina en pepitoria de todo Madrid).

Horas después del atentado, Morral se escondía en la casa de su corrreligionario Jose Naekens, director de un folletín anarquista, en la calle Atocha. Y desde allí huyó de Madrid hacia Torrejón de Ardoz, donde se detuvo a almorzar en un mesón: "Los Jaraíces". Esa fue su perdición. Alertados todos los madrileños de la huida del terrorista, y difundidos sus rasgos en dibujos robot por los alguaciles, la mesonera Fermina al ver entrar a Mateo Morral sospechó de él, dado su estado poco aseado y sus prisas por comer. Pidió bacalao a la madrileña y una tortilla de tres huevos.


Mientras Fermina cocinaba, envió a su marido Genaro a avisar a la Guardia Civil. Los agentes encontraron a Morral comiendo aceleradamente y le pidieron que les acompañase al cuartelillo. Morral se levantó en silencio y salió junto a ellos sin oponer resistencia. Pero ya en el exterior desarmó a uno de los guardias y le disparó a bocajarro con su propia escopeta, reventándole el pecho. Instantes después fue abatido por el otro agente cuando quiso escapar corriendo de la escena del crimen. Por culpa de un almuerzo maldito, acabó la vida del anarquista que quiso matar a los reyes de España en mismo día de sus bodas. Fermina Troisaz siguió muchos años cocinando su bacalao a la madrileña en el Mesón de los Jaraíces, de gran fama en Torrejón y alrededores.


(" Los dioses también comen".- E. Gonzalez.- Ed. Kaydeda)



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6 comentarios:

Anonymous despe ha dicho...

por un almuerzo que cosas! interesante relato
saludos y gracias lo disfrute
despe

12 de diciembre de 2009, 13:14  
Blogger meg ha dicho...

Ya ves por lo que se pierde uno a veces, Despe.Feliz fin de semana que se nos anuncia frío.

12 de diciembre de 2009, 19:21  
Blogger ANRAFERA ha dicho...

Buen relato. Me ha gustado. Saludos.

13 de diciembre de 2009, 14:53  
Blogger meg ha dicho...

Anra, es verdad esta historia. Y hasta está recogido el menú que pidió en los periódicos de la época.

13 de diciembre de 2009, 20:11  
Anonymous Jubilada en Acción! ha dicho...

Hola Meg:

Aquí estoy otra vez, fascinada entre tus letras y recetas; esta historia es todo un caso de perdición por la comida, no cabe duda que sobre todo en los momentos mas dificiles que suele enfrentar el ser humano, no puede dejar se sentir apdetito.

Saludos y felicidades.

Te dejo un enorme abrazo navideño.

Diana Reyes
Jubilada en Acción!

13 de diciembre de 2009, 23:45  
Blogger meg ha dicho...

Tienes toda la razón, Diana. Hay otro caso más flagrante: el de Luis XVI, que huyó de París cuando iba a ser detenido por los sans culotte revolucionarios. Y ordenó una parada en el camino para comer en unmesón, a pesar de los consejos de sus escoltas. Y allí lo pillaron y de allí lo trasladaron a la Bastilla. Y ya sabes còmo acabó.

Y UN abrazo muy fuerte en estas fiestas y mis mejores deseos de que pases una feliz navidad con los tuyos, con júbilo y activa, y encarando el 2010 con valor.

14 de diciembre de 2009, 0:16  

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